26.6.07

Un día normal bastante “anormal”
Odisea de un día sábado

¿Haz tenido de esos días en que lo único que quieres es que terminen pronto?... bueno… el sábado fue uno de esos días para mi.
Los días sábados tenemos nuestra oración temprano, luego el desayuno y hacemos una limpieza profunda a nuestra casa. Después del almuerzo nos preparamos para nuestra pastoral o apostolado como algunos le llaman. Mi apostolado lo ejerzo en una parroquia de nuestra congregación (Parroquia del Espíritu Santo), trabajando con un grupo de jóvenes cuyo eje motivacional es la misión vivida a través del diálogo con realidades de frontera (realidades complejas). Durante el día todo estuvo bien. A las 6 de la tarde salí de mi casa rumbo a la parroquia, en el camino se suponía que me encontraría con un amigo seminarista que me acompañaría al grupo, pero llegaron las 7 de la tarde y yo esperando en las puertas de la estación de metro donde nos íbamos a encontrar…
“¡ups, hora de la misa… no lo puedo esperar más,
podría haberme llamado diciéndome que no vendría…
así no hubiese estado parado por más de 30 minutos…
bueno… me voy a misa!”

La Eucaristía estuvo bien… al terminar se supone que el grupo juvenil de misión se reune en una de las salas de la parroquia... esto es a las 8:30 más o menos…

“son las 8:45 y nadie llega a la sala…
¿qué pasará?... todo el mundo está afuera…
y hace tanto frío… creo que unos -2ºC”.
Poco a poco comienzan a llegar los jóvenes. Al poco rato uno de ellos comienza a exponer un tema: La Eucaristía. No hay muchas ganas de escuchar, cada uno está metido en sus cosas, algunos conversan y se ríen… que raro, ¡que falta de respeto por el compañero que está hablando!
Después de un rato termina de hablar el joven expositor, nos preparamos para la oración final, son cerca de las 10:00 de la noche y el coordinador me pregunta si tengo una reflexión que aportar al tema tratado
“creo que sí tengo una reflexión!
quiero proponerles que reflexionemos durante la semana
si este encuentro sirvió para algo.
Me parece una inmadurez no tener la capacidad de escuchar al prójimo,
¿podemos decir algo sobre lo que se expuso?
Parece que muy poco, porque nadie escuchó al compañero…”
Y bla… bla… bla… al final… la pastoral fue un tanto conflictiva este sábado. Más de uno debe haberse enojado conmigo, pero bueno… creí que lo más sano y sensato era hacerles ver sus sombras como grupo, es asi como podemos crecer.
Salí de la parroquia a eso de las 10:15 más o menos. Regresaba a casa un tanto cansado, puesto que había gastado bastantes energías en la pastoral. Caminé hasta la estación de metro, la misma en la que estuve por cerca de 30 minutos parado esperando a mi amigo que no llegó. La temperatura estaba bien baja, mis pies comenzaban a sentir el frío del invierno y la onda polar extraña que ha habido en Santiago por estos días, donde cerca de 5 personas han muerto ya.
Bajé del metro para esperar una micro que me llevaría a casa… revisé la plata disponible y… todo mal, había salido sin nada de plata, podía tomar una sola micro, no había más alternativa. Me dí un poco de ánimo, total es cierto que el nuevo sistema de transporte “Transantiago” no es muy bueno, pero no hay que perder la esperanza.
Al salir de la estación del metro vi la micro que me servía, paso al frente de mis narices, yo no podía cruzar para tomarla porque el semáforo estaba en rojo. Que mal!
Esperé y los pies se me iban congelando cada vez más… un frío espantoso me hacía doler los pies hasta que no sabía qué hacer. Habían pasado cerca de 40 minutos y la micro aún no pasaba (todo por culpa del transantiago), yo seguía parado en la estación esperando la única micro que podía tomar porque no tenía más plata mientras hacía mis reflexiones frente a esta situación.
“¡Cuanta gente trabaja todos los días y tiene que hacer estas esperas.
Yo llevo 40 minutos, me siento cansado, indignado e impotente
¿Dónde están las autoridades?, ahora entiendo por qué la gente anda tan irritada.
Esto es pan de cada día para ellos”
Al final pensé en tomar una micro opcional, que me deja a unas 5 cuadras de mi casa, eso significa caminar durante unos 20 minutos hasta llegar a sentir el calor de mi cama. Pero mis pies estaban tan congelados, yo estaba comenzando a enojarme por:
la pastoral, el frío, por no haberme abrigado los pies con más calcetas, por el Transantiago, por los 40 minutos de espera, porque ya eran las 11:10 de la noche y yo aún no podía regresar a mi casa…
“¡que día que he tenido!”
¡no importa, estoy dispuesto a caminar los 20 minutos,
Pero ya no quiero esperar más…
No quiero sentir este frío en mis pies, siento que se me queman,
Pero mañana temprano escribo reclamando
Por el Transantiago y sus efectos”

Finalmente llego la micro que me dejaría a unas cuadras de mi casa, me subí, pagué con las últimas monedas que me quedaban en mi “tarjeta inteligente”, me senté en un asiento, levanté mis pies del suelo para no sentir tanto el frío… de repente comencé a mirar y leer la publicidad de la micro y leí algo que me dejó knock out por decirlo de algún modo:

“Con Transantiago, una mejor calidad de vida”

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajjajajja es mejor reir que llorar...es bueno experiemntar lo que otors vivien a diario..eso aprendi en educacion..que el niño logra un mayor aprnedizaje cuando experimenta la situuacion de otros...como dice un salmo..es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre....espero que tu reglamos sean escuchados.