Sin duda nadie eligió vivir. Podríamos decir que la experiencia de la vida es tal que de repente existimos sin darnos cuenta, sin que nadie nos preguntara.
Para algunos esto resulta ser un regalo inmenso. La vida por tanto se transforma en la posibilidad de hacer algo sorprendente, como dirían algunos: "dejar la propia huella", y esto llega a ser una gran motivación y motor de su existencia.
Para otros sin embargo la vida se presenta como un destino que no se quisiera llevar a cuestas, un camino áspero en el que "por lo menos podrían habernos preguntado". De este modo la vida puede llegar a ser una pesadumbre, hasta transformarse en un castigo.
El ser humano en su transito espacio-temporal se pregunta por la propia vida. Diríamos que lo propio del ser humano es la capacidad de pensarse a si mismo, de preguntarse por su existencia (como diría Max Scheler). Lo exclusivo del ser humano es tener la capacidad de mirar la noche estrellada, el horizonte del mar, y pensarse, dándose cuenta de su finitud y de la presencia de lo infinito.
Para algunos la vida pareciera ser más limitada que para otros, es decir, no es lo mismo nacer en un ambiente que propicie el calor del hogar, la formación de las virtudes, la certeza del sustento material y monetario para poder proyectarse versus un ambiente de exclusión, en el cual la proyección resulta verse limitada.
Mucha gente carga con una vida indigente, tanto materialmente como espiritualmente. Algunos pierden la esperanza de otra capacidad propia del ser humano; la de crear (como lo diría Nietzche).
Resulta ser además que como dice un buen refrán "el césped del vecino parece ser siempre más verde" y por lo tanto algunas veces nos podemos encontrar a nosotros mismos mirando las limitaciones de la vida; quienes resultan tener asegurada la vida material, pueden también carecer que las cosas que abundan en los que presentan escasa proyección de una vida digna y viceversa.
A veces da la impresión que no somos felices con lo que tenemos, aún cuando podemos "dejar nuestra huella", los vaivenes de la vida parecen ser un tanto más fuerte en ciertas ocasiones. La desesperanza nos hace su presa y la desilusión nuestro hogar. La vida por tanto parece ser "lo que no elegimos o lo que nadie puede elegir".
No obstante vivir no es necesariamente vivir, ¡porque la vida sí se elige! - ¡tonterías!, podrían exclamar algunos y reparar en mi afirmación - pero vaya que la vida sí se elige. ¿por qué? - porque la vida no se juega en la mera actividad de respirar, o en la función propia del corazón que late o el cerebro que piensa. La vida se juega en la actitud del espíritu.
Lo dicen muchos artistas, pensadores y líderes; ¡es todo una cuestión de actitud! Lo dice Jesus: Levántate, toma tu camilla y anda (Mt 9,6b // Jn 5,8).
¿es lo anterior sencillo de practicar?, por supuesto que no. Algunos, como expresé al inicio, tienen esta capacidad impresa de manera innata en su espíritu, pero un porcentaje importante de los mortales no tenemos esta capacidad o don. Sin embargo no podemos desconocer que aunque carezcamos de esta capacidad espontáneamente debemos reconocer que no ¡carecemos del don del espíritu! Porque vivir no es sólo respirar (una función) también lo es el emocionarse, el poder generar vínculos de amistad, el amar, el aconsejar a otros - elementos propios del espíritu que habita en cada uno de nosotros.
Por lo tanto, aunque no es sencillo de practicar, no se nos anula la posibilidad de hacerlo. ¿cómo? con constancia, con paciencia, con perseverancia. -Fácil decirlo, difícil vivirlo... ¡por supuesto! pero, cuidado: no imposible.
La vida es un regalo. Por un lado puede llegar a ser un arrojo a la existencia (Sartre o el existencialismo), un "algo" que se nos dio sin permiso nuestro, es cierto. Pero por sobre todo la vida es un desafío, el desafío más importante de la existencia. Vivir es un arte y cada uno está dotado de un espíritu artístico para vivir. Por ende, la vida no se juega sólo en lo que se nos ha presentado como un accidente, sino que también toma gran protagonismo la actitud con que enfrentamos el camino cada día, con la que dialogamos con el otro, con el mundo.
El desafío de la vida está ahí, esperando a que tomemos el pincel que se nos ha dado -nuestra existencia- y comencemos a pintar el cuadro de nuestra vida con creatividad, con constancia. Cada uno le pone color a la vida y eso es el desafío de cada día. El cuadro nunca está terminado. ¡Toma tu camilla y anda! porque la vida se nos presenta todos los día para ser felices, un desafío, pero no una tarea que no podamos cumplir.
Nadie eligió vivir, pero todos podemos elegir el "cómo vivir".
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