Que Comience la Función
reflexión
Ana trabaja en la calle - ¿en la calle? – Si, en la calle.
Desde hace años sube a la locomoción colectiva para hacer su función como payaso ambulante. Al principio la gente la mira de manera despectiva y con algo de desprecio, puesto que su maquillaje es algo grosero y su ropa luce harapienta. Sin lugar a dudas es un “payaso muy precario”, sin embargo al poco andar de su rutina todos nos pusimos a reír y ya no importaba ni su maquillaje como tampoco su ropa.
¡Esta mujer tiene calidad humorística!
Aun cuando conquistó al público sacándonos risotadas, no logró recibir mucho dinero. Gran parte del público la ignoraron al momento de pasar por cada puesto pidiendo “una moneda”.
Nunca más la volví a ver en mi recorrido hacia mi trabajo, pero pensé que esa mujer tiene un buen humor para reírse de la vida cotidiana, la monotonía, la injusticia y la pobreza…
No obstante supe que se llama Ana un día después de mi trabajo cuando llegué a casa y prendí la tv para distraerme un poco. Ahí estaba ella, en una entrevista exponiendo su vida, y la volví a ver con el mismo maquillaje y vestimenta.
-mi vida – decía Ana – no ha sido nada de fácil – mientras sus ojos se transformaban poco a poco en lagunas de agua cristalina.
Tenía 5 hijos, pero sólo vivía con dos de ellos. Los demás estaban repartidos en distintas casas, con familiares.
Su sueño era poder reunir a sus cinco niños para vivir juntos. Hacía un tiempo que se había dado cuenta de sus errores de juventud y quería enmendar el daño y la soledad de los niños.
Sale cada día a trabajar como payaso esperando el dinero para poder cumplir su sueño de vivir como una verdadera familia, pero le es muy difícil al ser juzgada por su suegra quien tiene a uno de los niños y hasta por su madre, quien nunca la apoyó y estuvo ausente en su vida. Ninguna de las mujeres quiere entregarles a sus hijos ni tampoco le permiten visitarles…
Ana llora en la televisión.
De repente la cámara la sigue hasta el baño de un mall. Ana se encierra a llorar y el periodista le pregunta:
¿Cómo lo haces para levantarte todos los días y hacer reír al público de las micros mientras tu vida está tan desordenada?
- tengo que trabajar p’a vivir y p’a mis hijos! – responde – cuando salgo a la calle tengo que dejar los problemas de lado y “disfrazarme” de payaso. No puedo ponerme a contarle a la gente lo que me pasa. ¡todos tenemos problemas! Pero así tenemos que vivir. A nadie le importa lo que le pasa al otro y no tiene por qué importarle tampoco -
Ana seca sus lágrimas ante las cámaras, se mira frente al espejo procurando disimular el llanto, se pone su nariz de payaso, sonríe y con voz chillona y alegre dice - ¡Hay que volver a trabajar! – abrió la puerta del baño y su rostro volvió a ser el mismo que yo vi en la micro hace un tiempo atrás. Antes de cerrar la puerta le escuché decir - ¡¡Que comience la función!! – la puerta se cerró y la cámara quedó en blanco.
reflexión
Ana trabaja en la calle - ¿en la calle? – Si, en la calle.
Desde hace años sube a la locomoción colectiva para hacer su función como payaso ambulante. Al principio la gente la mira de manera despectiva y con algo de desprecio, puesto que su maquillaje es algo grosero y su ropa luce harapienta. Sin lugar a dudas es un “payaso muy precario”, sin embargo al poco andar de su rutina todos nos pusimos a reír y ya no importaba ni su maquillaje como tampoco su ropa.
¡Esta mujer tiene calidad humorística!
Aun cuando conquistó al público sacándonos risotadas, no logró recibir mucho dinero. Gran parte del público la ignoraron al momento de pasar por cada puesto pidiendo “una moneda”.
Nunca más la volví a ver en mi recorrido hacia mi trabajo, pero pensé que esa mujer tiene un buen humor para reírse de la vida cotidiana, la monotonía, la injusticia y la pobreza…
No obstante supe que se llama Ana un día después de mi trabajo cuando llegué a casa y prendí la tv para distraerme un poco. Ahí estaba ella, en una entrevista exponiendo su vida, y la volví a ver con el mismo maquillaje y vestimenta.
-mi vida – decía Ana – no ha sido nada de fácil – mientras sus ojos se transformaban poco a poco en lagunas de agua cristalina.
Tenía 5 hijos, pero sólo vivía con dos de ellos. Los demás estaban repartidos en distintas casas, con familiares.
Su sueño era poder reunir a sus cinco niños para vivir juntos. Hacía un tiempo que se había dado cuenta de sus errores de juventud y quería enmendar el daño y la soledad de los niños.
Sale cada día a trabajar como payaso esperando el dinero para poder cumplir su sueño de vivir como una verdadera familia, pero le es muy difícil al ser juzgada por su suegra quien tiene a uno de los niños y hasta por su madre, quien nunca la apoyó y estuvo ausente en su vida. Ninguna de las mujeres quiere entregarles a sus hijos ni tampoco le permiten visitarles…
Ana llora en la televisión.
De repente la cámara la sigue hasta el baño de un mall. Ana se encierra a llorar y el periodista le pregunta:
¿Cómo lo haces para levantarte todos los días y hacer reír al público de las micros mientras tu vida está tan desordenada?
- tengo que trabajar p’a vivir y p’a mis hijos! – responde – cuando salgo a la calle tengo que dejar los problemas de lado y “disfrazarme” de payaso. No puedo ponerme a contarle a la gente lo que me pasa. ¡todos tenemos problemas! Pero así tenemos que vivir. A nadie le importa lo que le pasa al otro y no tiene por qué importarle tampoco -
Ana seca sus lágrimas ante las cámaras, se mira frente al espejo procurando disimular el llanto, se pone su nariz de payaso, sonríe y con voz chillona y alegre dice - ¡Hay que volver a trabajar! – abrió la puerta del baño y su rostro volvió a ser el mismo que yo vi en la micro hace un tiempo atrás. Antes de cerrar la puerta le escuché decir - ¡¡Que comience la función!! – la puerta se cerró y la cámara quedó en blanco.
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