una suave caricia que hablara en su oído
y mostrara que en realidad todo iba a estar bien...
pero solo venía un silencio profundo,
un vacío incomprensible que la madrugada antes del amanecer
y después del anochecer repetían sin césar.
El tiempo se transformó en algo bizcoso, incontrolable, tedioso
y el espacio... el espacio estorbaba en medio de sí.
En el precipicio de la oscuridad ya no avanzaba,
y aunque quisiera ya no podía.
Era como estar preso de tanta libertad,
sediento de tanto mar.
El vuelo resultó un intento constante,
y cada día luchó contra las esperanzas rotas de sus alas...
cansado, un día dejó de intentar,
decidió amistarse con su tiempo, su espacio,
su oscuridad, su silencio,
y entonces ya no hubo espera,
ni intento frustrado de vuelo
ni tiempo confuso, ni espacio molesto.
De pronto una pequeña luz asomó entre la niebla de la noche
asomando la mirada en medio del silencio.
Tiempo-espacio se tornaron eternidad
abrazando su alma moribunda.
Cayó en un profundo sueño, sin comienzo, sin final.
Al despertar era llevado por un viento indescriptible
arrojado al vuelo, impulsado inexplicablemente
y sin mayor esfuerzo sus alas se movían espontáneamente.
Entonces la voz de una brisa jamás esperada
le mostró el cielo a su disposición
diciéndole suavemente: "ahora puedes continuar"